A mediados de mes, el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció su retiro del Acuerdo de 2019 que suspendía la investigación antidumping sobre tomates frescosmexicanos, con lo cual se aplicará una “cuota compensatoria” del 17.09% a la mayoría de las importaciones de tomate provenientes de México. Este organismo, justificó los aranceles aseverando que buscan corregir lo que califican como ventas a precios injustos.
En palabras de Howard Lutnick, Secretario de Comercio estadounidense, “durante demasiado tiempo nuestros agricultores se han visto afectados por prácticas comerciales desleales que rebajan los precios de productos como los tomates. Esto termina hoy”.
Ahora, bajo este contexto, en representación de la industria norteamericana de frutas y verduras frescas, organizaciones de Estados Unidos, México y Canadá expresaron su profunda preocupación por los efectos de estos aranceles sobre la accesibilidad y disponibilidad de productos frescos en el mercado continental.
Explican en el comunicado que la región tiene una integración comercial sin precedentes:
En 2024, Canadá importó 5.5 mil millones de dólares en productos frescos desde Estados Unidos y 3 mil millones más desde México. Por su parte, las exportaciones canadienses al mercado estadounidense alcanzaron 4.5 mil millones de dólares, concentrando más del 97% de sus exportaciones de ese sector. Estados Unidos importó más de 19.6 mil millones de dólares en productos frescos desde México, reflejando la crítica interconexión económica de estos tres países.
El docuemtno advierte entonces que, aunque entienden y apoyan el derecho de los países a enfrentar prácticas comerciales desleales, aplicar aranceles sobre bienes perecederos “tiene consecuencias inmediatas y, a menudo, graves para productores, vendedores y consumidores por igual”.
Estos impuestos elevan los precios en supermercados, “haciendo que una alimentación saludable sea más costosa” y reducen la variedad disponible para los compradores. Además, aumentan los costos operativos para las empresas a lo largo de toda la cadena de suministro, afectando sus márgenes de ganancia que suelen ser muy ajustados (entre 4% y 10%).
El impacto va más allá, pues los aranceles hacen que los productos sean menos competitivos en mercados internacionales, con el riesgo de reducción de ventas y pérdida de participación. La naturaleza perecedera de estas frutas y verduras, combinada con cadenas de suministro “justo a tiempo”, incrementa la vulnerabilidad al desperdicio y pérdidas económicas.
La incertidumbre generada por las políticas arancelarias dificulta la planeación e inversiónnecesaria para la sustentabilidad económica del sector agrícola, poniendo en riesgo a pequeñas y medianas empresas —el motor principal de esta industria.
Las organizaciones de la industria concluyen resaltando que el comercio internacional libre y equitativo “ofrece enormes oportunidades de crecimiento económico” y permite a los consumidores acceder durante todo el año a alimentos frescos, sanos y seguros, fundamentales para enfrentar retos de salud pública.
Por ello, hacen un llamado a los gobiernos de Estados Unidos, México y Canadá para que trabajen en conjunto y logren un “acuerdo sólido que garantice un sistema económico y alimentario estable en América del Norte” con beneficios duraderos para productores, empresas y consumidores.
“Instamos encarecidamente a sus gobiernos a trabajar en conjunto para alcanzar un acuerdo a largo plazo que restablezca un entorno comercial estable para nuestros productos esenciales”, sentencia el comunicado.